El arte de perfumarse: almizcle y seducción

por Regia

Pablo Picasso a raíz de una conversación sobre la mejor manera de inspirarse, dejo ir su célebre frase: “que la inspiración te coja trabajando”.

¡Cuánta razón tenía! Quizás tu trabajo es la principal fuente de inspiración. ¿Es por eso que los buenos chefs van al mercado? ¿A “inspirarse”? Y, como ellos, el perfumista muchas veces recurre al ingrediente para motivarse y se nutre de él para contar o inventar nuevas narraciones olfativas.

Uno de los primeros “trucos” que aprendes en tu periodo de formación, es que para “fijar” o dar continuidad y duración al poder seductor feromónico de las flores, que son generalmente el corazón y no la base del perfume, les añadimos olores animales como Almizcle, Ámbar, Castoreum o Civeta, ya sean naturales, reconstituidos o sintéticos. De estos cuatro “elementos” quizás el más mítico es el Almizcle, también conocido en nuestro sector por su denominación anglosajona de Musk.

Denominamos Almizcle o Musk a la sustancia fuertemente aromática y granulosa segregada por una glándula en forma de bolsa ovalada que el ciervo almizclero macho de la región de Tonkín (en el Tíbet) tiene en el vientre. Este ingrediente es muy costoso y difícilmente conseguible; de olor fuerte y penetrante en estado puro, pero en solución alcohólica al uno por mil se vuelve agradable y feromónico, convirtiéndose en el fijador ideal de notas florales como la rosa.

El Almizcle, en combinación con la rosa, fue uno de los ingredientes predilectos de la cultura islámica en sus califatos de Alejandría, Damasco o Bagdad hasta los de Córdoba y Granada. Está claro que el Almizcle entró en la península con los árabes y es uno de los ingredientes que forman parte de nuestro ADN olfativo. Las bolsas de Almizcle no se utilizaban directamente en la composición del perfume.

Con ellas, una vez machacadas, preparábamos la infusión alcohólica 96º de Almizcle, que junto con otras como las de Ámbar, Castoreum, Civeta, vainas de Vainilla, raíces de Iris, Musgo de Encina, concreto de Jazmín, habas Tonka, etc. Formaban la base alcohólica de nuestros extractos de lujo.

He convivido muchos años con el Almizcle verdadero, lo buscaba, evaluaba, compraba, hacía la infusión, la envejecía durante tres años, y la combinaba con otras para dar el carácter “vintage” inconfundible de los extractos de la época dorada de la perfumería. Hoy el ingrediente natural del animal está prohibido en occidente, ya que el ciervo almizclero está en peligro de extinción, por las malas praxis y la caza furtiva que acababan con la vida del animal, cuando los verdaderos antiguos cazadores lo apresaban, le extirpaban la bolsa y lo volvían a poner en libertad.

La Muscona es la molécula sintética responsable del olor del Almizcle, que desde hace muchos años ha dado lugar a través de la investigación en laboratorio a la obtención de otras muchas moléculas almizcladas que han permitido a los perfumistas reconstruir el olor natural y utilizarlas de manera individual. Contamos con varias decenas de ellas, todas con matices diferentes, con nombres muy sugerentes como Helvetolide, Galaxolide, Tonalide, Exaltolide, Fixolide, Musc BRB, Musc R-1… y, a pesar de que no son muy perceptibles, nos dan la posibilidad de contar con su poder de atracción para construir nuevas imágenes olfativas.

A partir de este punto cuando me refiera al Almizcle o al Musk me estaré refiriendo al olor  econstituido, o al de una o varias moléculas almizcladas.

He concebido la noción de IMAGEN OLFATIVA para definir y descifrar los valores y actitudes que trasmite el olor generado por el perfume en una persona. Nuestro olor identificable, identitario, aquello que tratamos de comunicar con nuestro olor.

¿Qué es para mí el Almizcle? O mejor dicho, ¿por qué y para qué lo utilizo?

Quizás porque forma parte de nuestro ADN olfativo heredado de los árabes, quizás porque he estado en contacto con él de manera inconsciente desde el primer día que nací, quizás porque es un ingrediente sobre el que se puede construir cualquier tipo de estructura desde casi la totalidad de la perfumería cítrica infantil y fresca con la que hemos crecido varias generaciones, hasta los perfumes más sofisticados y modernos de la actualidad, o quizás porque es el alma de la seducción, y la primera finalidad del perfume (y la más ancestral) sigue siendo la seducción.

Para mí lo más importante de este ingrediente es la razón por la que existe: es un olor que identifica al individuo, a su territorio y a su estado, el celo. Es un olor con finalidad sexual, de atracción o seducción. Define un instinto primario al que modernamente se le ha revestido de un aura y el glamur de un poder de seducción eficaz, casi afrodisíaco, como se le consideraba en ciertas culturas.

Introduzco el Almizcle en mis composiciones por estos valores, porque prolonga el poder feromónico de las flores, porque es un olor muy suave y duradero sobre el que puedo cimentar mis estructuras olfativas y, sobre todo, porque se funde de forma natural en la piel y es muy eficaz en las distancias cortas.

El Musk forma parte del fondo de casi todos los perfumes que conozco, pero además ha generado una familia propia de perfumes, “los Musk”, participando en forma unitaria o en forma de cóctel en al menos un cincuenta por ciento de la mezcla de los perfumes con esta denominación.

Cuando llega el verano, el márquetin de moda, desconocedor del verdadero significado del perfume, lanza la necesidad de perfumarse con olores “frescos”, como si el perfume se tratase de un aire acondicionado. El perfume, el olor, no tiene género ni tiempo, el perfume identifica y comunica actitud. Estamos hablando de la estación más sensual del año, donde anhelamos y podemos gustar más, donde buscamos un mayor atractivo en nuestra imagen visual, pero no hay que olvidar que ésta debería ir maridada y ser refrendada por una imagen olfativa también atractiva y seductora. La piel descubierta, en esta época del año, nos permite jugar y combinar perfumes diferentes en distintas zonas más o menos erógenas de nuestro cuerpo como cuello, nuca, pelo, escote, pecho, hombros, muñecas, antebrazo, axilas, interiores de codos y rodillas. Podemos combinar olores de flores atractivas, maderas poderosas, frutas descaradas o especias excitantes, pero mi consejo sería que el Musk no solo debería estar siempre presente sino que puede llegar a ser predominante.

Si aprendemos a jugar, si experimentamos, si maridamos, vamos a llegar de forma natural a obtener el premio más deseado: ¡el perfume personal!

[Artículo publicado por Ramón Monegal en la revista Regia]

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