Inconformista, innegablemente independiente, atrevido por naturaleza, Diptyque resulta inclasificable.
Su universo es un mundo aparte que, sin embargo, está muy próximo a los que le quieren. Es eterno y a su vez anclado en un presente que da plena expresión a sus referencias creativas.
Gracias a su libertad de expresión y a la relación estrecha que mantiene con sus perfumistas, la marca vive en una continua efervescencia creadora y se libera de las normas establecidas para seguir su “instinto” y sus intuiciones. La única condición para la creación es que sus aromas propios, tan deseables e intemporales, deben tener una química perfecta con la piel y la personalidad.
Así pues, un eau de toilette Diptyque no entiende de géneros: cualquier persona puede experimentar las ganas irresistibles de perfumarse si se siente sorprendida o atraída por ella.
El arte de los aromas en Diptyque es el elogio a la lentitud y la paciencia, unidas a una inmensa sensibilidad y a la experiencia para que las materias primas, procedentes de la naturaleza, cuidadosamente seleccionadas, sublimadas y trabajadas sin ningún artificio, se concierten entre ellas en armonía, en una búsqueda de verdad olfativa.
Diptyque domina a la perfección el arte de la perfumería y es un genio de las combinaciones singulares, sutiles y genuinas que magnifican la naturaleza. Cada creación es un poema destilado en un frasco, que escuchamos cada vez que nos perfumamos.
Descubrir un eau de toilette Diptyque es sentir en el oído el soplo de un narrador contando una historia. Perfumarse con ella es perfumarse con un sueño. Una experiencia única e inolvidable.
Nacida en 1961, en el número 34 del bulevar de Saint Germain (Paris), sus velas aromáticas fueron su primer gran éxito. Nacidas de los viajes por el Mediterráneo y Oriente próximo, plasmaron las esencias de estos lugares únicos en pequeñas creaciones sofisticadas para el hogar.
